Seguramente usted lectora o lector tendrá un día de fiesta o celebración favorito, la navidad, el día de la madre, etcétera ¿ocurrirá algo semejante con los días de conmemoración? Si revisamos el calendario encontramos conmemoraciones que nos resultan poco conocidas y por tanto poco nos significan; otras nos son familiares pero desconocemos su razón de ser[1].

La conmemoración recupera un acontecimiento pasado y lo vuelve ejemplar, para mostrar situaciones que un grupo o comunidad experimenta o experimentó, enfrenta o enfrentó. La conmemoración invita a recordar y analizar los problemas que enfrentan diversos grupos y comunidades.

El 17 de abril es el día internacional de la lucha campesina, este día recuerda el asesinato de 19 campesinos del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) a manos de militares en el estado brasileño de Pará (norte) mientras reclamaban el derecho a la tierra (ello bajo el gobierno de Fernando Henrique Cardoso en 1996). Evento retomado por La Vía campesina que nos convoca a poner atención a las formas de vida del campesinado, sus propuestas y principalmente a los vínculos que a ellos y ellas nos unen.

De acuerdo con la definición campesino es quien vive o trabaja el campo, bajo esta denominación encontramos pequeños productores, productores de autoconsumo, comunidades o pueblos originarios. Hablar de campesinos es por tanto una generalidad que esconde la diversidad y riqueza de quienes viven en estrecha relación con la tierra.

El conocimiento de los grupos y personas campesinas recupera saberes y experiencias ancestrales que apelan al mantenimiento de los ciclos agrarios y con ello a la preservación de la tierra; da cuenta de las relaciones que las especies establecen entre sí para crecer y mantener los suelos saludables -a diferencia de los monocultivos que deforestan los bosques y en pocos años desertifica los suelos. Además, los grupos y comunidades que llamamos campesinas conocen y reconocen la importancia de mantener las semillas endógenas (propias de cada hábitat), pues ellas son depositarias de la diversidad vegetal (germoplasma) e incluso cultural.

Tomemos como ejemplo el maíz, se considera que en México existen al menos 54 variedades de maíz, mismas que guardan estrechas relaciones con los hábitats en que crecen y con las formas culturales de un área en específico.

Para clarificar lo anterior habremos de introducir la categoría de territorio, el territorio implica relaciones múltiples entre los ámbitos natural y humano; entre lo humano terrestre -factores lingüísticos, históricos y políticos- y trascendente -mitos, religiones. Es decir, el territorio es un tejido conformado por aspectos alimenticios, hídricos, por los ritos, los climas, la vegetación, entre otros. Por lo que una variedad de maíz vincula y se vincula a aspectos míticos-religiosos, procesos ecológicos, formas de trabajo, procesos de organización y lenguas.

Esto quiere decir que la preservación de las semillas, preserva tanto la diversidad biológica como las cosmovisiones de nuestro país. Algo semejante ocurre con los bosques, los manglares y en general con aquello que denominamos naturaleza.

Lamentablemente muchos grupos y comunidades se ven en la necesidad de defender sus territorios debido a que grandes empresas (nacionales y transnacionales) lucran con los recursos naturales presentes en ellos. Las hidroeléctricas, la minería, la explotación de gas subterráneo a través del llamado fracking, contaminan el agua y los suelos, deforestan y con ello condenan a la muerte a especies animales y vegetales. Estas empresas se llevan la riqueza del suelo y dejan devastación a su paso, generando fenómenos alarmantes como la migración forzada, desaparición de lugares relevantes para las culturas e incluso el asesinato de defensores de la naturaleza.

El derecho a la tierra y la conservación de los territorios que las y los campesinos llevan a cabo implica la preservación de la vida de ellas y ellos; de especies animales y vegetales y de la diversidad biológica y cultural de nuestro país. Implica además conservar saludable a la tierra y al aire respirable, además de cuidar que el agua nutra los suelos y no los envenene.

Me parece posible sostener que para mantener el frágil equilibrio del mundo, el cual dicho sea de paso está en riesgo inminente, nos necesitamos unos y otras, y necesitamos la labor que esas mujeres y hombre llevan a cabo, porque de los suelos extraemos el alimento que nos nutre, respiramos el aire que corre desde lugares lejanos y bebemos agua que nace en otras regiones.

Este 17 de abril recordar las luchas campesinas nos invita a poner atención en el gran número de situaciones problemáticas que los aquejan, pero sobre todo nos invita a reconocer los lazos que nos vinculan.


[1] El 8 de marzo suelen enviar cadenas felicitando a las mujeres ¿pero este es un día de fiesta o de conmemoración? ¿es un día para regalar flores y chocolates o para que las personas reflexionen sobre la situación de la mujer en las sociedades?

El evento detrás del 8 de marzo fue el incendio en una fábrica de camisas ubicada en el estado de Nueva York, en el que cerca de 123 mujeres murieron debido a que en el momento del siniestro las puertas de la fábrica se encontraban cerradas, acción común en aquellos tiempos pues se consideraba que esto prevenía los robos. Aquel incendio, ocurrido el 23 de marzo de 1911, evidencio las pésimas condiciones en que las mujeres laboraban, y dio pie a reflexionar y trabajar por sus derechos fuera y dentro del hogar.