La teoría más difundida sobre el poblamiento del continente americano es la planteada por el antropólogo checo Aleš Hrdlička, la cual sostiene que grupos humanos de origen asiático cruzaron el estrecho de Bering durante el Pleistoceno y el último periodo glaciar de nombre Wisconsin. Para ubicarnos mejor el estrecho de Bering es una porción de mar que divide el continente asiático, el territorio conocido como Siberia perteneciente al estado nacional ruso, y el extremo noroccidental americano, para nosotros Alaska. Dadas las condiciones climáticas el mar se congeló y grupos humanos cruzaron por él, distribuyéndose de apoco a lo largo del continente.

Sin embargo, nuevas investigaciones basadas en estudios de radiocarbono y otras técnicas aplicados a pólenes, ADN y a microfósiles permitieron a los investigadores concluir que previo a 12,600 años no había plantas ni animales en el corredor. ¿Cuál es la importancia de esto?, voy a ello. Se han encontrado restos pertenecientes a grupos humanos denominados cultura Clovis con una antigüedad de 13,000 años; por lo anterior se concluye que la zona de Norteamérica ya estaba poblada cuando la glaciación permitió la formación del corredor del estrecho de Bering. Los investigadores se han visto en la necesidad de plantear nuevas hipótesis y una de ellas propone que los grupos humanos debieron llegar por mar.

No se tiene certeza de cuándo o de qué manera nuestros antepasados llegaron a esta porción de tierra, la única certeza es que venían de otro lugar, si señores y señoras lo anticipan bien, nuestros antepasados eran migrantes, todos ellos, pues ya sea que pertenezcamos a un grupo étnico originario, se tenga sangre europea, asiática o africana, todos llegaron de otro lugar. Y la historia de otros continentes, exceptuando África no es diferente.

Es decir, la historia humana es una historia de migraciones, movimientos e intercambios, que ahora denominamos culturales. Por siglos la riqueza de los grupos humanos ha sido posible por las interacciones humanas a momentos breves, otras de más larga data, las cuales han dejado y dejan su impronta en todos los ámbitos de la existencia, en los idiomas, la comida, los sistemas de creencias, las ciencias, el pensamiento racional y un muy largo etcétera.

En la actualidad la migración, a pasar de ser considerada un derecho humano, es criminalizada. Según la organización mundial de la migración (OIM) en el 2018 murieron cerca de 4503 hombres, mujeres y niños en todo el mundo, las cifras pueden ser mayores dada la elevada cifra de desaparición de personas en países como el nuestro; lo anterior debido al endurecimiento de las políticas migratorias y de asilo por parte de los estados nacionales.

 

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Chalecos salvavidas.

Sabemos bien que los flujos migratorios se han acrecentado debido a las críticas condiciones que los y las mujeres enfrentan en los países denominados pobres, por la inseguridad, las violencias de diferentes tipos y orígenes, las guerras, entre otros factores terribles. Considero que el cuestionamiento debe desplazarse de los motivos que llevan a alguien a migrar a porque consideramos al otro alguien no deseable.

Alguien (algunos) podrán responder que no se niega la migración, pero se demanda su ordenación, pregunto entonces. qué implica una migración ordenada, aquella que cataloga a alguien deseable o no deseable en virtud de su color de piel, credenciales académicas o riqueza, tal como el actual presidente de Estados Unidos de América demanda. Además frente al discurso del libre mercado y la libertad de tránsito, porque esta se limita a las mercancías, materias primas y capitales pero excluye a las personas

Una característica común a los regímenes totalitarios y fascistas, de los cuales hoy como humanidad nos avergonzamos, fue el repudio a la diferencia sustentado en un discurso nacionalista, que derivó en acciones deleznables.

Si la migración ha sido el motor de la humanidad, si la diferencia nutre las existencias porqué estamos de acuerdo con el cierre de las fronteras o suponemos la obligatoriedad de la asimilación cultural. Sobre esto debemos reflexionar cada vez que tomemos una taza de café, veamos una película de Chaplin o  platiquemos con él o la tía que vive en el extranjero.