No deseo que las mujeres tengan más poder sobre los hombres sino que tengan más poder sobre ellas mismas

Mary Shelley

Las mujeres y el medio ambiente.

La relación entre las mujeres y el medio ambiente está en el manejo que hacen de los recursos naturales para proveer de bienestar a sus familias y comunidades. Este papel es fundamental en las zonas rurales de nuestro país. Las actividades que realizan las mujeres están asociadas al ámbito privado, incluyen el uso y aprovechamiento de los recursos naturales y forma parte importante de la llamada economía de subsistencia. Sin embargo, son víctimas de distintos tipos de violencia en las zonas rurales que impactan de manera directa en el bienestar de sus familias y en la protección de los recursos naturales que utilizan.

La división del trabajo y el trabajo femenino.

El trabajo está dividido en función del género en prácticamente todas las sociedades actuales. Esta división, reconocida en los textos académicos como “división sexual del trabajo”, señala actividades para hombres y mujeres en la familia/sociedad. Hasta el momento, este reparto de actividades es resultado de la organización social y, en general, deja la esfera pública para los hombres y la esfera privada para las mujeres. Esta visión, generalizada[1] y socialmente construida, mantiene los estereotipos del hombre-cazador y la mujer-recolectora, además de las tareas consideradas femeninas de gestación y cuidado de los hijos. No entraremos en la discusión de si es o no un modelo actual o justo. Sin embargo, es un punto de partida para revisar la relación de las mujeres y el medio ambiente.

Es a través de las tareas de recolección como las mujeres tienen interacción directa con el medio ambiente. Esta relación es más evidente en las sociedades rurales de casi todo el mundo, pues es la forma de proveerse de los alimentos que aseguran la subsistencia de la familia/sociedad, lo que se reconoce como economía de la subsistencia[2]. La economía de subsistencia tiene como objetivo el autoconsumo, aunque no siempre lo consigue, con nulos o escasos intercambios comerciales e incluye las actividades agrícolas y ganaderas que producen el alimento para la propia familia. La principal fuerza de trabajo es la familia, donde mujeres y niños pequeños tienen actividades específicas y necesarias para el mantenimiento del propio esquema económico.

El papel de la mujer en las zonas rurales.

Las mujeres son las principales proveedoras de bienestar en sus familias a través del manejo de los recursos naturales a su alcance en las zonas rurales. En nuestro país, las mujeres acarrean agua y recolectan leña para cocinar y calentar sus viviendas; recolectan animales, plantas, resinas, madera u otros productos que utilizan directamente, intercambian o venden; también se hacen cargo de la producción de los campos agrícolas y vigilan la tierra, el agua y demás recursos. Si bien no siempre se reconoce, las mujeres de las zonas rurales desempeñan también un papel esencial en la protección de ecosistemas frágiles y su biodiversidad, en la capacidad de las familias para sobrevivir a los desastres naturales y en la gestión justa, eficiente y sostenible de los recursos naturales. Aunque las mujeres han demostrado sus capacidades para gestionar los recursos naturales, con frecuencia sus aportaciones son menospreciadas[3].

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Hacen acopio de combustibles de biomasa, procesan manualmente los alimentos y acarrean agua para sus hogares. Recolectan leña para cocinar y calentar sus viviendas.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Intercensal 2015, con excepción de 6 alcaldías de la Ciudad de México, el resto de las alcaldías y municipios del país reportan viviendas con uso de leña o carbón para cocinar. En 900 de los municipios y alcaldías, las viviendas están habitadas principalmente por mujeres. En el 80% de los hogares sin agua corriente son las mujeres y niñas las encargadas de conseguirla. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y mejoran la adaptación de sus comunidades frente al cambio climático[4].

Las mujeres tienen a su cargo la recolección de animales, plantas, resinas, madera y otros productos que obtienen de los ecosistemas que les rodean, muchas veces apoyadas por sus hijas e hijos. Los materiales que recolectan son utilizados en sus actividades en el hogar o son intercambiados o vendidos. En el 2016, el 62% de la producción forestal no maderable incluyó la extracción de resinas, tierra de monte, especies de magueyes, yuca, musgo, palmas, etcétera en Michoacán, Zacatecas, San Luis Potosí, México y Durango.

Como hemos revisado hasta este punto, en nuestro país, las familias y comunidades están a cargo de las mujeres que tienen un papel importante en el uso, aprovechamiento, manejo, administración y protección de sus tierras y los recursos naturales que contienen. A pesar de ello, no tienen acceso a la posesión legal de las tierras que habitan, trabajan y protegen, lo que impide su participación en los órganos de decisión de sus comunidades y ejidos. De acuerdo con los datos del Registro Agrario Nacional, al 30 de noviembre de 2018 solo el 18.5% de los integrantes en Órganos de Representación de Núcleos Agrarios son mujeres (16,658 mujeres de 90,063 integrantes totales en 15,205 núcleos agrarios). De estos 15,205 Órganos de Representación de Núcleos Agrarios, solo 916 están presididos por mujeres. Hace poco más de treinta años, las propietarias de la tierra eran muy pocas, su número apenas rebasaba un punto porcentual, ahora representan cerca de 18%.

Los tipos de violencia de género y su impacto en las zonas rurales.

Las mujeres en el ámbito rural tienen menor ingreso económico, menores oportunidades de posesión y de tenencia de la tierra, menor participación política en la toma de decisiones sobre sus bienes, escaso acceso a la seguridad social y a la salud; así como largas jornadas de trabajo independientemente de los roles tradicionales de género. Al no tener la posesión legal de sus tierras, tampoco tienen acceso a los apoyos económicos de programas gubernamentales para compra de equipamiento, mejora de infraestructura, esquemas de seguros o créditos para su producción y apoyos económicos como el pago por servicios ambientales.

De acuerdo con datos nacionales, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en pobreza. En materia de educación, las mujeres rurales mayores de 15 años han estudiado en promedio solo 6.6 años. Respecto al acceso a los servicios de salud, de acuerdo con los datos de la Encuesta Intercensal, al 2015, solo el 13% de las mujeres rurales contaban con estos servicios, esta carencia de atención médica causó dos de cada tres muertes maternas en localidades rurales.

Por si fuera poco, un aspecto pocas veces visibilizado es que, en muchas localidades y comunidades de nuestro país, las mujeres y niñas son las principales víctimas de la violencia intrafamiliar y de la violencia resultado de conflictos por límites y tenencia de la tierra. En estos contextos, el riesgo al que se expone una mujer o niña que recorre kilómetros para llevar agua y alimento a su familia pocas veces siquiera mencionado. Este riesgo incluye, por supuesto, la pérdida de su vida pero también su familia y comunidad se ve afectada con la pérdida de las tareas de subsistencia y provisión de bienestar a la familia y comunidad que esa mujer o niña desempeñaba.

[1] Sin embargo, hay estudios que señalan que esta visión “tradicional” de la división del trabajo tiene poco sustento cuando se intentan reconstruir comportamientos humanos de sociedades prehistóricas. Para más información ver: https://mujeresconciencia.com/2016/10/17/pasado-ilustra-perspectiva-genero-debate-la-division-sexual-del-trabajo/

[2] https://www.lacrisisdelahistoria.com/la-economia-de-subsistencia/

[3] https://beijing20.unwomen.org/es/in-focus/environment

[4] https://www.un.org/es/events/ruralwomenday/

La imagen corresponde a mujeres de la comunidad de San Francisco Coatlán que cuentan con “Bosques Certificados” en México. Tomada de https://www.inforural.com.mx/