El 12 de octubre de 1492 Cristobal Colón desembarcaba en una pequeña isla de lo que hoy conocemos como las Bahamas, dicho acto daría pie a un sistema de dominación y esclavitud denominado la Colonia, caracterizado por la expropiación y saqueo de las tierras, la explotación de los habitantes del territorio que hoy denominamos América, y la destrucción de saberes, formas culturales y civilizatorias no occidentales.

Según la pensadora italiana Silvia Federici, no obstante que las cifras aún son objeto de debate, “…Las estimaciones del descenso de la población en América del Sur y Central en el primer siglo post-colombino varían mucho, pero la opinión académica contemporánea es casi unánime en asemejar sus efectos a un holocausto americano. André Gunder Frank escribe que «en poco más de un siglo, la población india descendió un 90 % e incluso un 95 % en México”. Catástrofe que se pasa desapercibida por la conmemoración del “encuentro de dos mundos”.

Es interesante detenernos en el nombre dado a esta “conmemoración”[1], en México conocemos el 12 de octubre como ‘Día de la Raza’; dicho nombre surgió en 1928 por iniciativa del político y escritor José Vasconcelos, el otrora secretario de educación pública, que en su obra la Raza Cósmica argumentaba las bondades del mestizaje como vía de formación de una quinta raza que nacida en el continente Americano estaba destinada a fundar una nueva civilización basada en la educación y el ideal estético.

El interés de Vasconcelos por la cuestión racial no era extraordinario, en el pensamiento pre y post revolucionario mexicano el tema de la raza se volvió central, participe de dos movimientos contrapuestos, que sin embargo perseguían como fin común la desaparición del “Indio”; uno buscaba la asimilación del indígena a la vida nacional, mientras el otro consideraba su presencia un lastre para óptimo desarrollo nacional. Dentro del segundo caso opiniones como las de las de Emilio Rabasa[2] eran comunes, para él la población mexicana estaba dividida en capaces e incapaces, entre los segundos se identificaba claramente a los indígenas, los primeros ocupaban los mejores puestos en la sociedad, era en ellos que debía invertirse los recursos y esfuerzos del estado, mientas que en lo concerniente a los segundos gastar en su instrucción resultaba inútil.

Es claro que en México el tema de la pureza racial no podía ser priorizado, en su lugar se privilegió el mejoramiento racial, se llevaron a cabo estudios sobre las capacidades de las diferentes razas y se posponía su mezcla para obtener los beneficios que ellas podían aportar, el desarrollo y la unidad nacional debía quedar en manos del mestizo, quien era considerado poseedor de las características sobresalientes de ambas razas.

Ya fuese en un sentido o en otro, en las políticas públicas estuvieron notablemente presentes las doctrinas eugenésicas, ejemplo de ello son las modificaciones al código civil llevadas a cabo en 1928, que instauran la exigencia de análisis médicos prenupciales que atestigüen que los contrayentes no poseen enfermedad contagiosa o hereditaria que pueda perjudicar a su descendencia. Cláusula que en la versión realizada en abril del 2012 sigue vigente.

 

Ahora bien, cuando hablamos de raza que estamos planteando:

La raza se inscribe en el marco epistemológico de las ciencias naturales, y concretamente en el de la biología, es una categoría taxonómica, que sirve para sistematizar las diferencias entre los animales, y entre los humanos como pertenecientes a dicho reino, es decir, fue la forma en que dentro de cierta tradición de pensamiento, el pensamiento científico occidental, se explicaron y clasificaron las diferencias. Ahora bien, sabemos que toda clasificación conlleva una evaluación y jerarquización de lo ordenado, en este sentido, la raza funcionó como un medio para hacer patentes las diferencias entre los clasificados, al tiempo que los inscribió en esquemas de valoración.

Es necesario y urgente insistir una y otra vez en que el racismo no es el resultado lógico de una diferencia natural, que sería la raza, si no de discursos científicos que fueron extrapolados a otros saberes, por tanto, éste es un concepto clasificatorio a partir del cual se avalaron una serie de prácticas crueles, denigrantes y de exclusión.

La posibilidad de vincular el pensamiento racial al cuerpo de conocimientos biológico es sumamente reciente, surge ya bien entrado el siglo XVIII y se consolida en el XIX. La filósofa Hannah Arendt señala que el aspecto científico del racismo es un proceso secundario, que provee argumentos suficientes con los cuales validar y sustentar ideológicamente los proceso de colonización, de manera que su plausibilidad:

 

       “no procede de los hechos científicos, como a los diferentes tipos de darwinistas    les agradaría  que creyéramos, ni de las leyes históricas, como pretenden los historiadores en sus esfuerzos  por descubrir la ley según la cual surgen o desaparecen las civilizaciones. Cada ideología completa ha sido creada, continuada y mejorada como arma política y no como doctrina teórica” (Arendt, p222)

 

Para la autora alemana el racismo se configura como un campo de saber en relación con la expansión colonialista, que busca sustentar su empresa bajo la premisa de llevar la civilización a todos los rincones del planeta; en este sentido, para los europeos que participaron en la “rebatiña por África” rescatar a los seres del salvajismo en que se encontraban implicaba por un lado introducirlos en el curso de la historia, es decir en la concepción desarrollista y evolucionista, así como mostrarles el camino hacia la salvación.

El pensamiento estructurado en función de la raza ha cursado por diversas facetas que revelan la multiplicidad de los intereses a los que responde, apuntalado planteamientos ideológicos igualmente diversos. Así, lo que occidente ha entendido por discriminación racial o prácticas racistas se ha apropiado de formas discursivas que responden a agendas particulares; sin embargo, tienen en común que la producción e interpretación del otro están basadas en el desprecio hacia lo diferente y han puesto en operación prácticas encaminadas a ejercer la fuerza sobre el otro, señalándolo como incapaz, indeseable, inferior, inepto, falto de razón, etc.

Por tanto eso que llamamos racismo, habrá de ser entendido antes que nada como una “«constelación de prácticas» configuradas a través de relaciones de dominación” –tanto fácticas como discursivas- que se traducen en actos de discriminación, segregación, expulsión y aniquilación.

 

[1] En diferentes latitudes recibe nombres distintos Día de la Hispanidad en España; en Estados Unidos es el Día de Cristóbal Colón o Colombus Day; en Argentina le dan el nombre de Día del Respeto a la Diversidad Cultural; en Chile y Perú se trata del Día del Encuentro de Dos Mundos
[2] Notable jurisprudente fue diputado y gobernador del estado de Chiapas en 1891, conto con una notable carrea como catedrático en la escuela de jurisprudencia además de ser miembro fundador de la Escuela libre de derecho.

 

Referencias bibliográficas:
Silvia Federici, Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Traducción: Verónica Hendel y Leopoldo Sebastián Touza, Traficante de sueños. Madrid, España.
Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo. Editorial Trota, Madrid.
José Vasconcelos, La raza cósmica, Espasa Calpe, México.